sábado, 27 de agosto de 2016

“Aquí cuentan las mujeres ¿novela o re-escritura de la historia?” Sara Gallardo, por Ana lía Amores

“Aquí cuentan las mujeres ¿novela o re-escritura de la historia?”

Hola, Ana Lía Amores, los invito a integrar un grupo de lectura dirigida y compartida, presencial, o un club de lectura, o video en mi canal,y comentario escrito en el blog, los espero, nos comunicamos... dejo mis contactos.
        
 En este blog trabajaremos de una manera distinta a los anteriores… en breve el video de YouTube…Comenzamos la lectura y análisis de la novela de Sara Gallardo, ha sido reeditada por Ed. Emecé, junto con otros textos cortos de la autora, hoy es posible comprarla en las librerías, estaba agotada. Además de ser una escritora casi desconocida para el gran público, Sara Gallardo también es un asunto pendiente para la crítica literaria en la Argentina.

                                            
Análisis de la novela La rosa en el viento, de Sara Gallardo, por Ana lía Amores.

Camino del análisis, o modalidad de trabajo en nuestro club de lectura:
En primer lugar transitamos las páginas de la novela (el placer de leer… Roland Barthes), luego el desarrollo de las posturas, logrando otro tipo de acercamiento al hecho literario, un diálogo entre teoría literaria y práctica de análisis, descubriendo cuál es la técnica de producción de la escritora, qué características tiene “narratológicamente”. Al ir compartiendo la lectura de la novela con los asistentes al club se justificarán los enfoques teóricos elegidos, el objetivo es relacionar epistemología, discurso científico, teoría, crítica y el análisis de la ficción. Lectura y crítica, dos tareas que no deben estar divorciadas, lograr un diálogo y compartirlo paso a paso con los asistentes, proyectaremos esa novela sobre otro tipo de discurso para definir su género literario respondiendo a las siguientes preguntas: ¿es novela histórica o re-escritura de la historia? ¿cómo identificamos este género literario, cómo lo definimos? ¿ésta es la práctica de “un documentador” o de un grupo de mujeres intelectuales que problematiza con las relaciones entre historia y literatura? ¿conviene o no descubrir qué es lo verdadero y qué es lo falso en cada novela?¿cómo leen la historia de nuestro país? ¿qué debe hacer un escritor con la tradición? ¿cuáles son las formas de apropiaciones literarias? ¿cómo han logrado la organización de las historias recibidas en nuevos significados? ¿cuál es su delicado y original proceso textual? ¿en esta producción discursiva cómo tratan el tema de la identidad, alteridad,  mestizaje,  aculturación, transculturación, civilización, barbarie?



Ubicamos a la escritora, su labor literaria y campo intelectual con los integrantes del club oralmente. En segundo lugar comenzamos la lectura compartida de la novela La rosa en el viento” de Sara Gallardo. En tercer lugar, al terminar la lectura de la ficción haré la sistematización de los lineamientos de análisis para emprender la otra lectura que será compartida conmigo como guía. Focalización de sentidos. Explicación de “las herramientas” de este  análisis específico. Conclusiones sobre la novela analizada. Provisión del listado bibliográfico.
Comenzamos la lectura y análisis de la novela de Sara Gallardo, ha sido reeditada en el 2004 por Ed. Emecé, junto con otros textos cortos de la autora, hoy es posible comprarla en las librerías, estaba agotada. Además de ser una escritora casi desconocida para el gran público, Sara Gallardo también es un asunto pendiente para la crítica literaria en la Argentina. Su obra –que ha sido revalorizada en los últimos tiempos, sobre todo con esta edición exhaustiva de su prosa breve de Emecé prologada por Leopoldo Brizuela– ha tenido una mayoría de escasos lectores que la han leído, recurrentemente, desde cierta fascinación por la vida de su autora. Para una parte de la  información trabajamos con la web, por ejemplo luego de comprar el libro, conocemos la datación biográfica de la escritora, las obras publicadas. La invitación es para leer novelas por teorías literarias, al conformar este temario me pregunté, cómo narran las argentinas, cómo se ocuparon de nosotros como país porque en sus textos está la identidad argentina, lo identitario, la argentinidad, estamos nosotros...con qué modelo de producción construyeron las mujeres sus novelas y qué modelo de acercamiento sugiero yo para el análisis de este título.


A partir de compartir en el club oralmente vida y obra de la escritora resta ubicarla en su campo intelectual, analizamos el sistema literario argentino al empezar a publicar la autora, realizamos la lectura del registro ideológico de los discursos de las instituciones donde publicaba, las relaciones de éstas con el campo cultural argentino, para reconocer ese campo seguimos los estudios del sociólogo francés, fallecido recientemente, Bourdieu, Pierre, “Dans le domen di puvuar et dans le domen intelectiel” (véase la bibliografía provista al final del análisis compartido), en ese ensayo él nos explica que, lo voy a parafrasear, no citar textualmente:       La relación que un autor sostiene con su obra y, por ello, la obra misma, se encuentran afectadas por el sistema de las relaciones sociales en las cuales se realiza la creación, como acto de comunicación, o, con más precisión, por la posición del creador en la estructura del campo intelectual.
El campo intelectual a la manera de un campo magnético constituye un sistema de líneas de fuerzas, fuerzas que se oponen y se agregan confiriéndole una estructura específica al campo intelectual en un momento determinado del tiempo. Existen condiciones históricas y sociales que hacen posible la existencia de un campo intelectual, es necesario insertar al creador en el sistema de relaciones que constituye  el campo intelectual de su época, fijando su posición dentro de él, y la de su proyecto creador. El campo intelectual, por grande que pueda ser, su autonomía está determinada en la estructura de la sociedad por el lugar que ocupa en el interior del campo de poder. Existe en toda sociedad una pluralidad de potencias sociales, las cuales en virtud de su poder político o económico, o de las garantías institucionales de que disponen, están en condiciones de imponer sus normas culturales a una fracción más o menos amplia del campo cultural.
Es complejo dar cuenta de un  campo ideológico correspondiente a una determinada estructura del campo intelectual, y difícil encontrar los documentos necesarios para reconstruir un estadio de un campo intelectual de un país. Se analizan las relaciones objetivas que los grupos de competencia por la obtención de la legitimidad del discurso intelectual ocupan en un momento determinado de la estructura del campo intelectual, por ejemplo en los cuarenta del siglo XX en Argentina la Revista Sur y el Diario La Nación. Es necesario hacer una lectura del discurso ideológico de las publicaciones periódicas o de las instituciones en las que trabajaba el creador que se intenta insertar en un campo intelectual determinado, para diseñar el campo intelectual en primer lugar debemos conocer datos sobre la vida del creador, escritor, pintor, o escultor, filósofo.
 1- Ubicación de la escritora, labor literaria y campo intelectual, datación biográfica, su ascendencia de ilustres antepasados pertenecientes a la oligarquía (su tatarabuelo fue el general Mitre y su abuelo, el naturalista Ángel Gallardo), y los viajes que emprendió junto a sus hijos por distintos países, en 1975, luego de la muerte de su segundo marido, el ensayista y poeta Héctor A. Murena. La dedicación de Gallardo a la literatura se complementó con una extensa labor periodística en revistas como Confirmado y  Primera Plana, justo en un momento (la década del ‘60) en que se afirmaba un periodismo femenino de sesgo moderno, que rebasaba los límites de las publicaciones “para mujeres” y se dirigía a lectores de ambos sexos. El verdadero comienzo de la profesionalización del escritor –descontando las posibilidades teóricas de principios del siglo XX–, la situación inédita por la que algunos autores empezaron a vivir de los libros que vendían, y el surgimiento del bestsellerismo como instancia de consagración en los años ‘60, se aglutinó en parte alrededor de tres mujeres que escribieron simultáneamente a Sara Gallardo: Silvina Bullrich, Beatriz Guido y Marta Lynch. Más allá de que todas pertenecían a la clase alta acomodada, de que compartían amistades como la de Mujica Laínez, por ejemplo, y de que fueron pioneras en la Argentina de la novela escrita por mujeres (obviando casos como el de Norah Lange, por supuesto), la manera en que sus obras comienzan a enfocar el universo femenino no se condice con los intereses literarios de Gallardo.
Sólo su primera novela, Enero (1958), que cuenta la historia de Nefer, la hija adolescente de un puestero rural que al quedar embarazada por una violación debe casarse a la fuerza, es narrada desde una perspectiva femenina. El resto de sus novelas no sólo son protagonizadas por varones sino que prácticamente se desentienden de denunciar  la problemática de la mujer en la sociedad, por lo menos de tratarla en primer plano, como en la novela que analizaremos, de su inserción en las relaciones de poder y de los condicionamientos culturales que la marcaban (todas preocupaciones de las otras escritoras de su época). Una anécdota que ella contaba reiteradamente es ejemplo de estas cuestiones: “Desde chica me quedó grabada una observación de papá acerca de la novela de una autora que no viene al caso mencionar. Dijo: ‘¡Qué bueno es este libro, parece escrito por un hombre!’. No sé cuánto de machismo había en esa afirmación, pero desde entonces la bondad de las obras literarias quedó para mí ligada a su forma masculina. Lejos de configurar un gesto reaccionario, lo que hace Gallardo al trasladar a su escritura ese “rigor viril” que tanto admiraba en Virginia Woolf y Clarice Lispector es librarse del modelo de una escritura “de, para y sobre mujeres”, y horadar la visión y el discurso masculinos a través de un frontal apropiarse de él. No es extraño, entonces, que el campo, las zonas rurales,  sea el escenario en que transcurren la mayoría de sus ficciones, lo que las acerca tangencialmente a una tradición criollista y –en varios de los cuentos de El país del humo– al universo de indios y cautivas de la literatura de frontera.
Los pantalones azules, de 1963 –que narra el affaire de un adolescente filonazi de la oligarquía con una chica judía–, y sobre todo Historia de los galgos -una reescritura abreviada de Los galgos, los galgos, en que el personaje de Julián es un joven que hereda un campo y se instala allí sin saber la forma de llevarlo adelante–, son ejemplos de cómo el terruño está siempre visible, verdadero, aunque Gallardo no lo describa. Sin caer en postales costumbristas o ademanes folklóricos, su escritura se inscribe mayormente en el imaginario de la pampa y el desierto, la civilización y la barbarie, lo que abre múltiples correspondencias con una de las tradiciones más vastas de la literatura argentina. Si bien la obra de Sara Gallardo (vista en su conjunto) evidencia un brillo que es intermitente, hay relatos de El país del humo que deberían ser considerados a la par de los más bellos cuentos de Silvina Ocampo.
El redescubrimiento que habilita la edición de ese volumen de Emecé que mencioné (que se completa con su última novela, La rosa en el viento, de 1979) deja a la mano de sus nuevos lectores una obra singular y disonante, así como, hasta ahora, injustamente sumida en el olvido. Hacía mucho que no se hablaba de ella, excepto los que siempre trabajamos sus textos. Su nombre circulaba -circula- casi invisible para el gran público, comprendiendo a éste lectores de literatura nacional, entusiastas y estudiantes de Letras. Si ya de por sí las mujeres que escriben -las escritoras- ocupan un lugar desigual en la currícula literaria nacional, el nombre, la figura y la obra de Sara Gallardo (Buenos Aires, 1931-1988) quedó -queda- relegado, marginado. La editorial cordobesa Alción se propuso la empresa de reeditarla con un volumen de cuentos que apareció en 1977 y que nunca fue reeditado: El país del humo.

"Escribir es un oficio absurdo y heroico", dijo alguna vez. Y ella, que sabía que "un animal solitario se come a sí mismo", comenzó a hacerlo para "luchar a brazo partido contra el aislamiento esencial de mi persona". Publicó varias novelas y cuentos en los que, con austeridad de palabras y sencillez, describe tanto la decadencia de la oligarquía ("Los galgos, los galgos", 1968) como la humilde vida de campo ("Enero", 1958), siempre haciendo énfasis en un tono melancólico frente a la inmensidad de todo (del paisaje, de los conflictos humanos, de la vida misma). Pero, quizás, sus puntos más altos sean los cuentos de El país del humo" y la novela Eisejuaz.


La rosa en el viento
Situada en el ámbito mítico de la Patagonia de principios del siglo XX, esta novela enfoca una vez más la lucha por la creación de las estancias, incluyendo esta vez proyectos alternativos como el Reino de la Araucanía de Orellie Antoine I, y el genocidio de los pueblos indígenas, cifrado en la imagen de un esqueleto baleado de mujer que alberga en su vientre un collar de vértebras diminutas, y en los nombres de un mercenario y un patrón. Como tema secundario, subyace una imagen del amor que recuerda a la Safo de la Oda a Afrodita: Lina ama a Nicolai que ama a la misteriosa dama italiana, y así, el amor sólo puede ser felicidad si se limita a contemplar, dar, dejar partir, y hallar consuelo en esa otra oración que es la poesía. Sin embargo, el gran legado de la novela es su estructura, ya absolutamente opuesta a la de Enero y Pantalones azules, e imagen de una Sara Gallardo que al fin ha logrado reunir las astillas del "esquema que hasta entonces había tomado como su propio ser". En breve el video para mi canal de YouTube y el final de mi análisis.







      Ana Lía Amores 

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